lunes, 19 de noviembre de 2012

Capacitación de Principios de Bienestar

“El verdadero objetivo del plan de Bienestar, a largo plazo, es edificar el carácter de los miembros de la Iglesia, tanto de los que dan como de los que reciben, rescatar lo más noble de su interior y hacer que florezca y dé fruto la riqueza latente de su espíritu, lo cual, después de todo, es la misión, el propósito y la razón de ser de esta Iglesia”. —Presidente J. Reuben Clark


Capacitación del Área - Semestre II 2012
Fecha de transmisión: 3 Nov 2012
Principios de Bienestar - Área Sudamérica Noroeste


Apreciados Hermanos:
Les invitamos a participar de la segunda capacitación para líderes del área. El tema de esta sesión es: “Los Principios de Bienestar en la Iglesia”.
Por favor, inviten a los líderes pertenecientes a los consejos de estaca y barrio para que participen de esta capacitación.
Que el Señor les bendiga por la dedicación y el amor a Su obra.
Atentamente
PRESIDENCIA DE AREA SUDAMÉRICA NOROESTE

lunes, 1 de octubre de 2012

El Socorro del Salvador

Reunión General de la Sociedad de Socorro de 2012 - Discurso Hermana Linda Reeves

Y él saldrá, sufriendo dolores, aflicciones y tentaciones de todas clases; y esto para que se cumpla la palabra que dice: Tomará sobre sí los dolores y las enfermedades de su pueblo. Y tomará sobre sí la muerte, para soltar las ligaduras de la muerte que sujetan a su pueblo; y sus enfermedades tomará él sobre sí, para que sus entrañas sean llenas de misericordia, según la carne, a fin de que según la carne sepa cómo socorrer a los de su pueblo, de acuerdo con las enfermedades de ellos.

Sentadas con Dios



Reunión General de la Sociedad de Socorro de 2012

viernes, 21 de septiembre de 2012

El Testimonio del Profeta José Smith


EL TESTIMONIO DEL PROFETA JOSÉ SMITH
Las propias palabras del profeta José Smith en cuanto a la aparición del Libro de Mormón son las siguientes:
“En la noche del... día 21 de septiembre [1823]... me puse a orar pidiéndole a Dios Todopoderoso...
“Encontrándome así, en el acto de suplicar a Dios, vi que se aparecía una luz en mi cuarto, y que siguió aumentando hasta que la habitación quedó más iluminada que al mediodía; cuando repentinamente se apareció un personaje al lado de mi cama, de pie en el aire, porque sus pies no tocaban el suelo.
“Llevaba puesta una túnica suelta de una blancura exquisita. Era una blancura que excedía a cuanta cosa terrenal jamás había visto yo; y no creo que exista objeto alguno en el mundo que pudiera presentar tan extraordinario brillo y blancura. Sus manos estaban desnudas, y también sus brazos, un poco más arriba de las muñecas; y de igual manera los pies, así como las piernas, poco más arriba de los tobillos. También tenía descubiertos la cabeza y el cuello, y pude darme cuenta de que no llevaba puesta más ropa que esta túnica, porque estaba abierta de tal manera que podía verle el pecho.
“No sólo tenía su túnica esta blancura singular, sino que toda su persona brillaba más de lo que se puede describir, y su faz era como un vivo relámpago. El cuarto estaba sumamente iluminado, pero no con la brillantez que había en torno de su persona. Cuando lo vi por primera vez, tuve miedo; mas el temor pronto se apartó de mí.
“Me llamó por mi nombre, y me dijo que era un mensajero enviado de la presencia de Dios, y que se llamaba Moroni; que Dios tenía una obra para mí, y que entre todas las naciones, tribus y lenguas se tomaría mi nombre para bien y para mal, o sea, que se iba a hablar bien o mal de mí entre todo pueblo.
“Dijo que se hallaba depositado un libro, escrito sobre planchas de oro, el cual daba una relación de los antiguos habitantes de este continente, así como del origen de su procedencia. También declaró que en él se encerraba la plenitud del evangelio eterno cual el Salvador lo había comunicado a los antiguos habitantes.
“Asimismo, que junto con las planchas estaban depositadas dos piedras en aros de plata, las cuales, aseguradas a un pectoral, formaban lo que se llamaba el Urim y Tumim; que la posesión y uso de estas piedras era lo que constituía a los videntes en los días antiguos o anteriores, y que Dios las había preparado para la traducción del libro.
* * * * * * *
“Por otra parte, me manifestó que cuando yo recibiera las planchas de que él había hablado -porque aún no había llegado el tiempo para obtenerlas- no habría de enseñarlas a nadie, ni el pectoral con el Urim y Tumim, sino únicamente a aquellos a quienes se me mandase que las enseñara; si lo hacía, sería destruido. Mientras hablaba conmigo acerca de las planchas, se manifestó a mi mente la visión de tal modo que pude ver el lugar donde estaban depositadas; y con tanta claridad y distinción, que reconocí el lugar cuando lo visité.
“Después de esta comunicación, vi que la luz en el cuarto empezaba a juntarse en derredor del personaje que me había estado hablando; y así continuó hasta que el cuarto una vez más quedó a obscuras, exceptuando alrededor de su persona inmediata, cuando repentinamente vi abrirse algo como un conducto que iba directamente hasta el cielo, y él ascendió hasta desaparecer por completo, y el cuarto quedó tal como había estado antes de aparecerse esta luz celestial.
“Me quedé reflexionando sobre la singularidad de la escena, y maravillándome grandemente de lo que me había dicho este mensajero extraordinario, cuando en medio de mi meditación de pronto descubrí que mi cuarto empezaba a iluminarse de nuevo, y en lo que me pareció un instante, el mismo mensajero celestial apareció una vez más al lado de mi cama.
“Empezó, y otra vez me dijo las mismísimas cosas que me había relatado en su primera visita, sin la menor variación; después de lo cual me informó de grandes juicios que vendrían sobre la tierra, con gran desolación causada por el hambre, la espada y pestilencias; y que esos penosos juicios vendrían sobre la tierra en esta generación. Habiéndome referido estas cosas, de nuevo ascendió como lo había hecho anteriormente.
“Ya para entonces eran tan profundas las impresiones que se me habían grabado en la mente, que el sueño había huido de mis ojos, y yacía dominado por el asombro de lo que había visto y oído. Pero cuál no sería mi sorpresa al ver de nuevo al mismo mensajero al lado de mi cama, y oírlo repasar o repetir las mismas cosas que antes; y añadió una advertencia, diciéndome que Satanás procuraría tentarme (a causa de la situación indigente de la familia de mi padre) a que obtuviera las planchas con el fin de hacerme rico. Esto él me lo prohibió, y dijo que, al obtener las planchas, no tuviera presente más objeto que el de glorificar a Dios, y que ningún otro motivo influyera en mí sino el de edificar su reino; de lo contrario, no podría obtenerlas.
“Después de esta tercera visita, de nuevo ascendió al cielo como antes, y otra vez me quedé meditando en lo extraño de lo que acababa de experimentar; cuando casi inmediatamente después que el mensajero celestial hubo ascendido la tercera vez, cantó el gallo, y vi que estaba amaneciendo; de modo que, nuestras conversaciones deben de haber durado toda aquella noche.
“Poco después me levanté de mi cama y, como de costumbre, fui a desempeñar las faenas necesarias del día; pero al querer trabajar como en otras ocasiones, hallé que se me habían agotado a tal grado las fuerzas, que me sentía completamente incapacitado. Mi padre, que estaba trabajando cerca de mí, vio que algo me sucedía y me dijo que me fuera a casa. Partí de allí con la intención de volver a casa, pero al querer cruzar el cerco para salir del campo en que estábamos, se me acabaron completamente las fuerzas, caí inerte al suelo y por un tiempo no estuve consciente de nada.
“Lo primero que pude recordar fue una voz que me hablaba, llamándome por mi nombre. Alcé la vista, y vi, a la altura de mi cabeza, al mismo mensajero, rodeado de luz como antes. Entonces me relató otra vez todo lo que me había referido la noche anterior, y me mandó que fuera a mi padre y le hablara acerca de la visión y mandamientos que había recibido.
“Obedecí; regresé a donde estaba mi padre en el campo, y le declaré todo el asunto. Me respondió que era de Dios, y me dijo que fuera e hiciera lo que el mensajero me había mandado. Salí del campo y fui al lugar donde el mensajero me había dicho que estaban depositadas las planchas, y debido a la claridad de la visión que había visto tocante al lugar, en cuanto llegué allí, lo reconocí.
“Cerca de la aldea de Manchester, Condado de Ontario, Estado de Nueva York, se levanta una colina de tamaño regular, y la más elevada de todas las de la comarca. Por el costado occidental del cerro, no lejos de la cima, debajo de una piedra de buen tamaño, yacían las planchas, depositadas en una caja de piedra. En el centro, y por la parte superior, esta piedra era gruesa y redonda, pero más delgada hacia los extremos; de modo que se podía ver la parte céntrica sobre la superficie del suelo, mientras que alrededor de la orilla estaba cubierta de tierra.
“Habiendo quitado la tierra, conseguí una palanca que logré introducir debajo de la orilla de la piedra, y con un ligero esfuerzo la levanté. Miré dentro de la caja, y efectivamente vi allí las planchas, el Urim y Tumim y el pectoral, como lo había dicho el mensajero. La caja en que se hallaban estaba hecha de piedras, colocadas en una especie de cemento. En el fondo de la caja había dos piedras puestas transversalmente, y sobre éstas descansaban las planchas y los otros objetos que las acompañaban.
“Intenté sacarlas, pero me lo prohibió el mensajero; y de nuevo se me informó que aún no había llegado el tiempo de sacarlas, ni llegaría sino hasta después de cuatro años, a partir de esa fecha; pero me dijo que debía ir a ese lugar precisamente un año después, y que él me esperaría allí; y que había de seguir haciéndolo así hasta que llegara el tiempo para obtener las planchas.
“De acuerdo con lo que se me había mandado, acudía al fin de cada año, y en esa ocasión encontraba allí al mismo mensajero, y en cada una de nuestras entrevistas recibía de él instrucciones e inteligencia concernientes a lo que el Señor iba a hacer, y cómo y de qué manera se conduciría su reino en los últimos días.
* * * * * * *
“Por fin llegó el momento de obtener las planchas, el Urim y Tumim y el pectoral. El día veintidós de septiembre de mil ochocientos veintisiete, habiendo ido al fin de otro año, como de costumbre, al lugar donde estaban depositados, el mismo mensajero celestial me los entregó con esta advertencia: Que yo sería responsable de ellos; que si permitía que se extraviaran por algún descuido o negligencia mía, sería desarraigado; pero que si me esforzaba con todo mi empeño por preservarlos hasta que él (el mensajero) viniera por ellos, entonces serían protegidos.
“Pronto supe por qué había recibido tan estrictos mandatos de guardarlos, y por qué me había dicho el mensajero que cuando terminara lo que se requería de mí, él vendría por ellos. Porque no bien se supo que yo los tenía, comenzaron a hacerse los más tenaces esfuerzos por privarme de ellos. Se recurrió a cuanta estratagema se pudo inventar para realizar ese propósito. La persecución llegó a ser más severa y enconada que antes, y grandes números de personas andaban continuamente al acecho para quitármelos, de ser posible. Pero mediante la sabiduría de Dios, permanecieron seguros en mis manos hasta que cumplí con ellos lo que se requirió de mí. Cuando el mensajero, de conformidad con el arreglo, llegó por ellos, se los entregué; y él los tiene a su cargo hasta el día de hoy, dos de mayo de mil ochocientos treinta y ocho.”
Para la narración completa, véase la Perla de Gran Precio, José Smith-Historia, y History of The Church of Jesus Christ of Latter-day Saints (Historia de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días), tomo 1, capítulos 1 al 6, inclusive.
La historia antigua que así salió de la tierra, como la voz de un pueblo que hablaba desde el polvo, fue traducida a un lenguaje moderno [el idioma inglés] por el don y el poder de Dios, según la afirmación divina lo ha atestiguado, y se publicó por primera vez al mundo en inglés en el año 1830 con el título de The Book of Mormon.

martes, 10 de julio de 2012

El valor de una misión de tiempo completo-Venezuela SUD


Experiencias personales y testimonios de jóvenes de Europa que están preparándose para la misión, que están sirviendo como misioneros o que acaban de regresar del campo misional.


domingo, 13 de mayo de 2012

No me olvides

Hermanas, hay algo inspirador y sublime en la pequeña flor nomeolvides. Espero que sea un símbolo de las pequeñas cosas que dan gozo y dulzura a su vida. Por favor nunca olviden que deben ser pacientes y compasivas con ustedes mismas, que algunos sacrificios son mejores que otros, que no hace falta esperar un billete dorado para ser felices. Por favor nunca olviden que el “porqué” del evangelio de Jesucristo las inspirará y las elevará. Y nunca olviden que su Padre Celestial las conoce, las ama y las cuida.



domingo, 22 de abril de 2012

Montañas que ascender

Si tenemos fe en Jesucristo, los tiempos más difíciles de la vida, así como los más fáciles, pueden ser una bendición.

sábado, 24 de marzo de 2012

Elder Bednar - El Momento es Ahora-Historia Familiar






“Estamos aquí para participar en la obra de salvación. Es lo que somos, por eso estamos aquí en la tierra…Ustedes fueron preparados para este día. El momento es ahora”. - Élder David A. Bednar



sábado, 25 de febrero de 2012

Pongamos en práctica las verdades del evangelio de Jesucristo

Reunión Mundial de Capacitación de Líderes, febrero de 2012



El Evangelio da respuesta a los problemas y desafíos de la vida





Reunión Mundial de Capacitación de Líderes, febrero de 2012



La Importancia Doctrinal del matrimonio y de los hijos



Reunión Mundial de Capacitación de Líderes, febrero de 2012






El Poder del Sacerdocio en casa


Reunión Mundial de Capacitación de Líderes, febrero de 2012





Como fortalecer a los quórumens y a los miembros






  • Reunión Mundial de Capacitación de Líderes,
    • febrero de 2012



jueves, 19 de enero de 2012

Levàntate: Fortaleza para la Juventud 2012



Y aconteciò que despuès que
yo, Nefi, habıa estado muchos
dìas en la tierra de Abundancia,
la voz del Señor vino a mı ,
diciendo: Levàntate y sube al
monte. Y acaeciò que me levantè y
subì al monte, y clamè al Señor.

1 Nefi 17:7